Introducción
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Corresponde a la presencia de concreciones
minerales y de matriz orgánica en vía urinaria. Representan
un trastorno metabólico complejo, multifactorial, cuya expresión
más evidente y final es la formación de un cálculo
en la vía urinaria, con sus consecuencias determinadas por
la obstrucción de ésta.
Afecta una alta proporción de la población, llegando
a una frecuencia de 5% entre las mujeres y 10% en los hombres, entre
los 15 y 45 años de edad. Esta alta frecuencia, en población
laboralmente activa, la convierten en un problema de salud pública,
que es aún más significativo si se considera su alta
recurrencia, que llega hasta un 67% a los 8 años. Por esto,
ocupa una porción importante del trabajo de los urólogos.
Durante estas últimas dos décadas se asiste a un
acelerado cambio en la identificación de las causas de la
urolitiasis y de su tratamiento tanto médico como quirúrgico,
en especial desde 1984, con el advenimiento de Litotricia extracorpórea
(LEC), que ha significado un gran beneficio a los pacientes; sin
embargo aún se asiste a una alta tasa de recurrencia.
Aunque falta mucho por conocer respecto del origen y crecimiento
de los cálculos en el riñón, hay un acuerdo
general en tres teorías que explican satisfactoriamente la
mayor parte de los problemas. Todas pasan por la saturación
y sobresaturación de solutos en orina, que dependen del pH
y la temperatura.
Esta sobresaturación lleva a la nucleación, cristalización
y crecimiento del cálculo, hasta lograr dimensiones clínicamente
significativas. En este proceso complejo no solo participan los
solutos (calcio, oxalato, ácido úrico, cistina) sino
también diversas sustancias que se encuentran en orina e
inhiben la cristalización, como el citrato, magnesio y fosfato.
Otro aspecto importante lo constituye la matriz orgánica
que compone entre el 2 al 10% del peso de un cálculo. Se
estima que puede constituir un nido de agregación de cristales,
aunque su rol definitivo no está determinado.
Por otra parte, se han logrado identificar características
epidemiológicas asociadas a los pacientes portadores de urolitiasis,
como, por ejemplo, aspectos genéticos que explicarían
una mayor frecuencia entre los familiares de los portadores de cálculos.
En este aspecto hasta un 60% de pacientes con urolitiasis idiopática
tiene antecedentes familiares de litiasis; también se observa
una notoria menor frecuencia entre los negros y aborígenes.
Esto es más claro aun en los pacientes con enfermedades congénitas
como la hiperoxaluria primaria tipo I, cistinuria, acidosis tubular
renal, síndrome de Lesch-Nyhan.
Otros factores intrínsecos explicarían su clara mayor
frecuencia entre los varones, doblando la de las mujeres, especialmente
entre los 15 y 45 años.
Entre los factores ambientales asociados a urolitiasis están
el clima y la dieta. En las zonas con clima mediterráneo
y desértico se ve una mayor incidencia, que disminuye en
las áreas tropicales. La dieta rica en proteínas y
sal aumenta el riesgo de urolitiasis, situación especialmente
importante en nuestro país, dado el reciente incremento del
poder adquisitivo de nuestra población y la consecuente mayor
ingesta proteica. |
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Etiología y Profilaxis
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Urolitiasis Cálcica
Representan el 80% de todos los cálculos, son radiopacos
en distintas magnitudes. Sus causas pueden dividirse en:
a) Hipercalciuria Absortiva
La ingesta diaria de calcio en la dieta normal es de aproximadamente
1 gr. Sin embargo, la mayor parte se pierde por el tubo digestivo,
absorbiéndose solo un tercio. La excreción urinaria
normal corresponde a 4 mg por kilo de peso por día o cercana
a los 200 mg. En las variedades de hipercalciuria absortiva, se
observa un incremento de la absorción de calcio intestinal
por distintas causas.
Hipercalciuria Absortiva Tipo I. En ella los pacientes presentan
una mayor absorción de calcio intestinal primaria, independiente
de la dieta y que no disminuye al restringir el calcio en la dieta.
Esta causa se observa en el 15% de los pacientes con urolitiasis.
Su tratamiento se basa en disminuir el calcio intestinal con fosfato
de celulosa oral, que usado a largo plazo es caro y mal tolerado,
por lo que se recomienda su uso en forma intercalada con tiazidas,
que disminuyen la calciuria al favorecer la reabsorción
tubular de calcio.
Hipercalciuria Absortiva Tipo II. Es la alteración más
frecuente de reconocer, observándose en el 50% de los pacientes
con urolitiasis. Es dependiente del aporte oral de calcio y habitualmente
de menor severidad que la Tipo I. Su tratamiento es la restricción
del calcio en la dieta a 500 mg por día, con lo que se
logra normalizar la calciuria.
Hipercalciuria Absortiva Tipo III. Se presenta en el 5% de los
pacientes con urolitiasis y es secundaria a una pérdida
renal de fosfato, lo que estimula una mayor síntesis de
vitamina D di-hidroxilada; esto permite un incremento de la absorción
de calcio preferentemente en el yeyuno y luego un aumento del
calcio en plasma y secundariamente en orina. El ortofosfato administrado
por vía oral aumenta la disponibilidad de fosfato bloqueando
el estímulo para la mayor síntesis de vitamina D.
b) Hipercalciuria Resortiva
Es secundaria a la mayor producción de paratormona por
un Adenoma de alguna de las glándulas paratiroides. Representa
menos del 5% de la urolitiasis. Por un mayor nivel PTH, hay hipercalcemia
y fosfaturia e hipercalciuria secundaria. El riñón
puede presentar alteraciones en la acidificación de la
orina, lo que puede llegar a constituir aparte de la nefrolitiasis
una nefrocalcinosis.
El tratamiento consiste en remover el adenoma paratiroideo, evitando
la hipercalcemia y recurrencia de urolitiasis.
c) Hipercalciuria Renal
Se debe a una falla intrínseca tubular renal, que determina
una mayor pérdida de calcio. Secundariamente se asiste
a un incremento de PTH para estabilizar la calcemia. El tratamiento
se basa en el uso de tiazidas, cuyo efecto es estable a diferencia
de la hipercalciuria absortiva Tipo I.
d) Litiasis Cálcica por Hiperuricosuria
Se debe a un aumento del ácido úrico en orina (mayor
a 350 mg/día), ya sea por mayor ingesta o producción
endógena de purinas. Estos pacientes tienen pH en orina
mayor a 5.5, lo que los diferencia de aquellos por ácido
úrico puro. Se tratan restringiendo la dieta en purinas
y eventualmente con Alopurinol, con lo que disminuiría
su recurrencia.
e) Nefrolitiasis Cálcica por Hiperoxaluria
El oxalato corresponde a un metabolito de desecho, excretado primariamente
en la orina. Puede contribuir en la formación de cálculos
por la relativa baja solubilidad que tiene la sal de oxalato de
calcio.
Su excreción normal es de 40 mg por día y esta
puede incrementarse por una mayor absorción entérica
o menos frecuentemente por un aumento de síntesis endógena
(oxidación de glicolato y conversión de ácido
ascórbico a triptófano)
Habitualmente una fracción menor al 5% del oxalato ingerido
(vegetales, maní, nueces, chocolate) se absorbe en el intestino.
Sin embargo en pacientes con mala absorción intestinal
(Enf. de Crohn, colitis ulcerosa, síndrome de intestino
corto, insuficiencia pancreática, enfermedad celíaca),
el oxalato en el lumen intestinal no se une al calcio, difunde
y se absorbe en mayor cantidad. Esto determina una mayor excreción
urinaria de oxalato asociado a deshidratación, acidosis
e hipocitraturia, situaciones que contribuyen en la litogénesis.
En estos pacientes, la hidratación y el aporte oral de
calcio, asociados al tratamiento de la enfermedad gastrointestinal,
constituyen la base del tratamiento para prevenir su recurrencia.
La hiperoxaluria primaria tipos I y II son una enfermedad hereditaria
rara, determinada por la ausencia de una enzima en el metabolismo
del oxalato, que determina, tempranamente, nefrolitiasis, Nefrocalcinosis
y falla renal. No hay un tratamiento médico efectivo para
esta enfermedad, que habitualmente termina con la muerte del paciente.
Se ha planteado recientemente en ellos la conveniencia del trasplante
de hígado y luego renal.
f) Nefrolitiasis Cálcica por Hipocitraturia
El citrato constituye el anión mensurable más abundante
en orina (>300 mg/día). Al unirse al calcio disminuye
la concentración urinaria de éste y su capacidad
de cristalización. La hipocitraturia frecuentemente se
asocia con acidosis tubular renal tipo I, terapia con tiazidas,
diarrea crónica y deshidratación, como también
se observa en pacientes con ITU recurrente por un consumo bacteriano
del citrato. El tratamiento preventivo consiste en aportar citrato
de K, 20 a 30 mEq en tres dosis diarias.
Urolitiasis no Cálcica
a) Litiasis de Fosfato de Amonio Magnesiano o Coraliforme
Se ve con mayor frecuencia en mujeres, pacientes con catéteres
urinarios de uso prolongado y en pacientes con derivaciones urinarias,
por su mayor frecuencia de infecciones de orina. Corresponde a
cálculos de infección, asociados a gérmenes
desdobladores de la urea, lo que determina un aumento del amonio
urinario y por esta vía una alcalinización de la
misma y precipitación de los cristales de fosfato de amonio
magnesiano. Entre estas bacterias se encuentran el Proteus mirabilis,
pseudomona, Klebsiella y estafilococo.
Mediante el tratamiento antibiótico específico
no es posible esterilizarlos, de tal manera que la remoción
completa del cálculo es la única terapia eficaz.
Sin embargo, presenta una alta tasa de recidiva que llega hasta
el 35% a 5 años. El seguimiento y la profilaxis de ITU
se han demostrado útiles en disminuir la frecuencia de
falla renal a largo plazo.
b) Litiasis por Acido Urico Puro
Corresponde a menos del 5% de los cálculos, siendo más
frecuente entre los varones, quienes presentan como factor de
riesgo mayor la imposibilidad de alcalinizar su orina. Frecuentemente
tienen un pH menor a 5.5 mEq/lt de orina, condición en
la que el ácido úrico se mantiene no disociado,
disminuyendo notoriamente su solubilidad, precipitando y formando
cálculos radiolúcidos de ácido úrico
puros. Muchos de ellos no tienen hiperuricosuria.
El tratamiento preventivo se orienta a alcalinizar la orina con
bicarbonato, citrato de K e hidratación, para obtener diuresis
mayor a 2 lt. Así se obtiene una dilución de los
cálculos en pacientes que se adhieren al tratamiento. Adicionalmente
se puede restringir la ingesta de purinas y utilizar Alopurinol.
c) Urolitiasis por Cistina
Lo presentan menos del 1% de los pacientes y se debe a un error
congénito, en la absorción intestinal y renal tubular
de aminoácidos dibásicos, incluyendo cistina, ornitina,
lisina y anginina. La precipitación de cristales de cistina
es su única expresión clínica. Se puede presentar
frecuentemente asociado a litiasis cálcica, ya sea en forma
de litiasis única, múltiple e incluso coraliforme.
Constituye cálculos frecuentemente radiopacos, de bordes
romos.
No existen inhibidores de la cristalización de cistina;
sin embargo, su solubilidad aumenta al alcalinizar la orina y
promover diuresis mayor a 3 lt/d. Son cálculos frecuentemente
duros a LEC, por lo que la extracción de ellos por técnicas
mínimamente invasivas son óptimas, considerando
su habitual recurrencia.
Otros cálculos urinarios muy poco frecuentes:
- Xantina, que se originan por un déficit congénito
de la enzima Xantin oxidasa, cuyo tratamiento lo constituyen
la desobstrucción urinaria, hidratación, alcalinización
y a veces la remoción del cálculo.
- Sílice (abuso de antiácidos), Triamterene y
otros, constituyen ejemplos de urolitiasis por drogas. Su tratamiento
es quirúrgico y suprimir la droga.
Tabla1
Resumen de Presentación de Urolitiasis
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Tipo de Cálculos
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Factor de Riesgo
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% de Presentación
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Condición a Rx
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Hipercalciuria
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70 %
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Rx +
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Cálcios
(80%)
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Hiperuricosuria
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Rx +
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Hiperoxaluria
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Rx +
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Hipocitraturia
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10 %
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Rx +
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No Cálcios
(20%)
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ITU
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10 -15 %
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Rx +/-
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pH orina bajo
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< 5 %
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Rx -
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Cistinuria
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< 1 %
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Rx -
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Presentación Clínica
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El cólico renal es el dolor característico
de la obstrucción de la vía urinaria y corresponde
a la forma más frecuente, en que los pacientes reconocen
por primera vez esta enfermedad. Se debe al incremento de presión
intraluminal y la distinción de terminaciones nerviosas de
la vía urinaria proximal, desencadenada por la obstrucción.
También este dolor se puede manifestar en forma no cólica,
por distensión de la cápsula renal.
Es de inicio abrupto y frecuentemente muy intenso, que logra despertar
al paciente. Se acompaña de intranquilidad sicomotora, distensión
abdominal y vómitos sin náuseas. La magnitud del cálculo
no se asocia a la intensidad del dolor, sin embargo su ubicación
se proyecta a los dermátomos y raíces nerviosas correspondientes.
Es así como en los cálculos renales, piélicos
y del uréter alto se produce un dolor en fosa lumbar, por
debajo de la duodécima costilla y lateral a la musculatura
paravertebral. Se puede irradiar al flanco y cuadrante del abdomen
superior del mismo lado.
En cálculos del uréter medio y bajo el dolor se desplaza
hacia el hipogastrio y área inguinoscrotal o del labio mayor
ipsilateral. Frecuentemente si el cálculo se ubica en el
uréter intramural se asocia a disuria dolorosa, polaquiuria
y urgencia. En esta situación también puede presentarse
hematuria.
Diagnóstico Diferencial del Cólico
Renal
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- Litiasis piélica y de uréter
proximal |
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• Cólico biliar • Colecistitis
aguda • Pancreatitis aguda • Ulcera
péptica gástrica o duodenal |
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- Litiasis del uréter distal |
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• Diverticulitis • Apendicitis
aguda • Torsión testicular o epididimitis
aguda • Enfermedad inflamatoria pelviana • Quiste
ovárico complicado |
El dolor cólico habitualmente es prolongado debido
a la vasodilatación y aumento del flujo renal que se observa
por varias horas después de una obstrucción completa
del uréter. Algunas horas después se inicia una vasoconstricción
del mismo lado que disminuye el flujo renal, con lo que baja la
filtración, contribuyendo junto al reflujo pielovenoso a
disminuir la presión dentro del sistema. Por ambos mecanismos
se explica que el dolor ceda espontáneamente después
de algunas horas.
Junto al dolor el paciente puede presentar hematuria pesquisable
sólo con el sedimento de orina y sólo en ocasiones
es macroscópica.
La infección que acompaña habitualmente a los cálculos
de fosfato de Amonio magnesiano generalmente es asintomática;
sin embargo, si se asocia a obstrucción ureteral se puede
desencadenar una pionefrosis y sepsis grave cuyo tratamiento incluye
medidas habituales de sepsis, antibióticos específicos,
descompresión y drenaje de la vía urinaria. Frecuentemente
una nefrostomía percutánea o el ascenso de un catéter
ureteral en doble J, por vía endoscópica si las condiciones
del paciente lo permiten. Reconocer los síntomas y signos
de infección como fiebre, taquicardia, vasodilatación
e hipotensión precozmente es fundamental para entregar un
tratamiento oportuno de esta complicación.
Estudio Diagnóstico por Imágenes
La Pielografía endovenosa (PIV) continúa siendo
el examen radiológico que usamos con mayor frecuencia en
los pacientes con sospecha clínica clara de urolitiasis.
Nos entrega información anatómica del riñón
y la vía urinaria. Indica el nivel de obstrucción,
su repercusión e hidronefrosis y nos señala frecuentemente
la situación del uréter distal a la obstrucción.
También permite evaluar las características de la
vejiga y su vaciamiento, por último nos muestra la composición
aproximada del cálculo (radiolúcido o radiopaco).
Con estos antecedentes se puede elegir la mejor opción
terapéutica para cada paciente. Finalmente, es un examen
disponible en la mayor parte de los centros de atención
médica.
Requiere de una preparación intestinal para remover el
aire del tubo digestivo y una función renal suficiente
(creatinemia < 2 mg/dl o clearance de Cr >30 ml/min.), que
permita concentrar el contraste y brindar una imagen satisfactoria
de la anatomía. No debe realizarse en pacientes alérgicos
al medio de contraste endovenoso iodado.
La radiografía renal y vesical simple, asociada a la ecotomografía,
puede ser un método útil en pacientes con sospecha
clínica dudosa o en quienes tienen deterioro de la función
renal o alergia al medio de contraste. La Rx renal simple puede
detectar con alta sensibilidad cálculos mayores de 3 mm,
sin embargo también requiere de preparación intestinal.
La ecotomografía es un método operador dependiente,
que permite evaluar el parénquima renal y la presencia
de hidroureteronefrosis, visualizando pequeños cálculos
con alta sensibilidad, tanto renales como del uréter proximal
y yuxtavesical. Aporta en el diagnóstico diferencial con
otras patologías abdominales y pelvianas.
Sin embargo, la hidronefrosis o dilatación del sistema,
sólo se manifiesta después de aproximadamente 6
horas de iniciada la obstrucción completa del uréter,
de tal forma que la ausencia de dilatación ecográfica
no descarta la litiasis en los pacientes con cólico renal.
Tampoco es útil en la visualización del uréter
lumbar y puede tener falsos positivos (pérdida de especificidad)
en pacientes con pelvis extrarrenal y patología quística
del riñón.
Recientemente la implementación de la Tomografía
Axial Computada Helicoidal, sin contraste intravenoso, de abdomen
y pelvis llamada Pielo TAC, permite detectar leves hidronefrosis
y pequeños cálculos incluyendo los radiolúcidos
desde el riñón y a lo largo de todo el uréter
en un procedimiento rápido (minutos), operador independiente
y que no requiere de contraste ni función renal mínima.
Su gran ventaja respecto de la PIV es que aporta en el diagnóstico
diferencial, señalando la verdadera causa del dolor abdominal
con una sensibilidad y especificidad reportada superior al 95%.
Esto lo hace un examen atractivo para su uso en atención
de urgencia de un paciente con dolor abdominal de causa no clara.
Sin embargo, en aquellos pacientes que demuestran una litiasis
como causa del dolor, frecuentemente no nos informa de la composición
del mismo ni la anatomía del uréter distal, elementos
fundamentales en la elección del tratamiento.
La Pielografía Retrógrada o Ascendente (UPR) se
usa ocasionalmente en el estudio de los pacientes con hidronefrosis
sin causa clara por los exámenes anteriores.
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Tratamiento
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Frente a un paciente con cólico renal, lo
primero es reconocer semiológicamente el cuadro y aliviar
el dolor. En este sentido, dada la intensidad del dolor, preferimos
el uso de analgésicos puros por vía parenteral, sin
anticolinérgicos, por los síntomas cardiovasculares
y digestivos asociados a su empleo. Si no hay respuesta, pueden
emplearse opiáceos. Si el dolor cede y el paciente se recupera
satisfactoriamente, no es necesario hospitalizarlo, indicándosele
control por urólogo, realizando su estudio en forma ambulatoria
( PIV).
Habitualmente la mayor parte de los cálculos (90%) migran
espontáneamente, dependiendo del diámetro y la ubicación
de éste al diagnóstico. En efecto, aquellos menores
a 5 mm y del tercio distal habitualmente son expulsados antes de
los 10 días. Si miden entre 5 y 10 mm, la migración
espontánea del cálculo es menos frecuente y la indicación
de intervenir estará dada por la presencia de dolor recurrente
especialmente si no hay progresión del cálculo o se
asocia a hidronefrosis. En cálculos de mayor tamaño
(mayor a 10 mm), la expulsión espontánea es muy infrecuente.
Si a la obstrucción producida por la litiasis se asocia
infección de la vía urinaria, independiente al tipo,
tamaño y ubicación del cálculo, se debe considerar
drenar la vía urinaria con urgencia, por la vía que
el urólogo estime más conveniente, además del
tratamiento antibiótico.
Esta urgencia está determinada tanto por la grave repercusión
sistémica de la infección (sepsis) como por el acelerado
daño que ocurre en la unidad renal comprometida por la obstrucción
e infección simultáneas. Esto es especialmente grave
en pacientes monorrenos o entre quienes presentan deterioro previo
de su función renal, situación que no es infrecuente
entre los litiásicos, por su alta recurrencia. |
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Tratamiento Quirúrgico
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Litotricia Extracorpórea (LEC)
En la actualidad, constituye la alternativa con la que se tratan
más del 95% de los pacientes que requieren de tratamiento
quirúrgico. Corresponde a una forma de fragmentación
de los cálculos, no invasiva, en que por medio de ondas acústicas
supersónicas pulsadas determinan presiones entre 500 y 1.500
bar al focalizarlas en el cálculo, quebrándolo por
su falta de elasticidad. Los fragmentos son eliminados espontáneamente
por la vía urinaria.
Los aparatos de litotricia se distinguen por la forma en que generan
esta energía (electrohidráulicos, electromagnéticos,
piezoeléctricos), por su sistema de focalización del
cálculo (ecográfico y/o radiológico) y por
el sistema de acoplamiento entre la unidad generadora y el paciente.
Si el paciente se mueve o el cálculo se desplaza durante
el tratamiento, este se debe volver a ubicar en el punto focal.
En este sentido es muy importante la analgesia, dado que en general
se produce dolor de magnitud variable, entre los 2.000 a 4.000 golpes
o tiros que necesite el tratamiento. En la medida que el área
de acoplamiento sea mayor y la densidad de energía por cm2
de piel sea menor, menor es el grado de analgesia requerida. Algunos
aparatos permiten utilizar sedación endovenosa, otros requieren
de anestesia formal.
El éxito del tratamiento depende del volumen del cálculo,
su conformación y ubicación. También es imprescindible
que el paciente pueda expulsar los fragmentos.
Dureza y fragmentación en orden decreciente:
- Cistina
- Fosfato de calcio
- Acido úrico
- Oxalato de calcio
- Fosfato de amonio magnesiano
El gran éxito en la fragmentación y la mínima
tasa de complicaciones, asociado a su condición no invasiva
y frecuentemente ambulatoria, explican que la LEC haya desplazado
actualmente por lejos a todas las otras alternativas terapéuticas
en la litiasis urinaria.
Las complicaciones que se pueden observar son infección
y/o sepsis en menos del 1% de los tratados, calle de piedra entre
1 a 5% (fragmentos impactados en uréter distal) y hematoma
subcapsular, subclínico en 0,6%. Ocasionalmente se pueden
ver otras complicaciones como pancreatitis y neumonitis, especialmente
en niños.
De lo anterior se entiende por qué está contraindicado
su empleo en pacientes con obstrucción distal, infección
y coagulopatía no tratadas. Así también está
contraindicado durante el embarazo y en pacientes con calcificaciones
aórticas y arterias renales cercanas al cálculo. |
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Cirugía Endoscópica
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a) Ureterorrenoscopia (URN)
Corresponde a un procedimiento en que por vía endoscópica
se aborda el uréter desde el meato ureteral en vejiga, utilizando
un instrumento rígido o flexible por donde se logra visualizar
el cálculo y, si es necesario, fragmentarlo (láser,
ultrasonido, electrohidráulico) extrayéndolo completo
o por fragmentos. Generalmente se realiza con anestesia regional
o general y ayudado por radioscopia intraoperatoria. Requiere una
hospitalización de alrededor de 3 días. Precozmente
los pacientes pueden reintegrarse a su trabajo (1 semana).
Actualmente este procedimiento se reserva como una alternativa
a la LEC en la litiasis del uréter distal o cuando esta ha
fallado. Tiene una eficacia cercana al 100%.
La morbilidad asociada (5%) es de baja frecuencia y se debe a bacteremias,
hematuria y tromboflebitis. Menos frecuentes son la lesión
y falsas vías del uréter.
b) Nefrolitectomía Percutánea (NPC)
Corresponde al abordaje renal directo por vía percutánea
lumbar. Requiere de la realización de una punción
renal, habitualmente de los cálices inferiores, bajo control
radioscópico y dilatación del trayecto percutáneo,
por medio del nefroscopio y con visualización directa de
la pelvis renal, los cálices y de la unión ureteropiélica.
Es un procedimiento complejo que requiere de anestesia general
y radioscopia intraoperatoria, cuya morbilidad es semejante a la
cirugía abierta. Sin embargo, le ofrece al paciente una recuperación
con menos dolor, hospitalización de 4 a 5 días y una
reincorporación a su trabajo más precoz.
Por esta vía se pueden extraer y/o fragmentar cálculos
piélicos, calicilares o del uréter proximal que no
se logran tratar con LEC. También se ha planteado esta técnica
para los cálculos coraliformes parciales en forma combinada
a la LEC para extraer los fragmentos residuales. |
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Cirugía Abierta de la Urolitiasis
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Hasta hace 20 años, esta era la alternativa
más frecuente para resolver los cálculos a cualquier
nivel. Hoy representa a menos del 20% de los procedimientos por
litiasis y en general se reserva para los casos en que ha fallado
la LEC o la cirugía endoscópica. También corresponde
a la alternativa que con mayor eficacia resuelve una emergencia
secundaria a una litiasis (piohidronefrosis). Requiere una implementación
en pabellón, de menor complejidad, y por lo tanto se puede
realizar en una mayor cantidad de centros. Le ofrece al paciente
la mayor tasa de éxito, cercana al 100%, pero el postoperatorio
es más largo, con una reinserción laboral más
tardía.
La cirugía abierta de riñón permite extraer
cálculos de la pelvis por pielotomía como también
por nefrotomía. En el caso de los cálculos coraliformes,
frecuentemente se realiza una apertura renal a través del
parénquima, por la convexidad, abriéndolo como un
libro en lo que se ha denominado nefrolitomía anatrófica
o bivalva. Por esta vía se logra extraer grandes y complejos
cálculos que se desarrollan, rellenando los cálices
y la pelvis renal como un coral. Esta técnica requiere el
clampeo de la arteria renal e isquemia transitoria, incisión
y sutura de parénquima, vasos intrarrenales y cálices.
Si a lo anterior se suma la infección y daño renal
que habitualmente acompañan a estos pacientes se entenderá
lo complejo y riesgoso del procedimiento. Este es el procedimiento
que entrega mayor eficacia en remover todos los cálculos
y fragmentos en una sola operación. La estadía postoperatoria
es de 8 a 9 días y requiere reposo postoperatorio de aproximadamente
4 a 6 semanas.
La morbilidad de la nefrolitectomía Anatrófica está
determinada por hematuria, sangrado y filtración de orina
perirrenal, infección urinaria y de herida operatoria, además
de las complicaciones propias de la cirugía general. Se asiste
a un deterioro de la función renal entre el 7 a 12% de los
casos y una recidiva a 5 años, cercana al 30%.
Tabla 2
Resumen Comparativo de Resultados en
el Tratamiento de Litiasis Coraliforme Mayor de 3 CM
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Libre Cálculo %
|
Morbilidad %
|
Mortalidad %
|
Recurrencia %
|
N° Proced.
|
NPC + LEC |
80
|
24
|
0,002
|
|
2,8
|
C. anatrófica |
81
|
11
|
0,006
|
12
|
1,0
|
LEC |
50
|
30
|
0,087
|
5,8
|
2,1
|
|
|
|
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La Cirugía Abierta del Uréter
|
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Cada día es menos frecuente, especialmente en
el uréter distal, donde la han desplazado la LEC y la cirugía
endoscópica. Sin embargo, en uréter lumbar y en cálculos
mayores de 2 cm, que no se logran ubicar radioscópicamente
por sobre proyección de vértebras, ala sacra o ilíaca,
tiene una eficacia cercana al 100%, con una estadía hospitalaria
de 4 días y reposo postoperatorio de 4 semanas.
Tabla 3
Comparativo de Resultados en el Tratamiento de Uréter
Alto y Bajo
|
Litiasis de Uréter
Alto
|
|
Libre Cálculo %
|
Morbilidad %
|
N° Proced.
|
LEC |
82
|
4
|
1.32
|
NPC |
86
|
9
|
1.02
|
C. abierta |
97
|
8
|
1
|
Litiasis de Uréter
Bajo
|
|
Libre Cálculo %
|
Morbilidad %
|
N° Proced.
|
LEC |
86
|
3
|
1.24
|
URN |
90
|
9
|
1.04
|
C. abierta |
87
|
8
|
1.01
|
|
|
|
|
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Litiasis de Vejiga
|
|
Esta era la ubicación más frecuente
reportada en el siglo pasado, especialmente en niños asociados
a desnutrición y pobreza. Sin embargo, hoy gracias a la mejoría
en nutrición su incidencia ha disminuido.
Actualmente se presenta con mayor frecuencia en hombres mayores
de 50 años con uropatía obstructiva baja e infección
urinaria por distintas causas: hiperplasia benigna de próstata,
estenosis de cuello vesical, estenoisis de uretra, disfunción
neuropática de vejiga con mal vaciamiento y divertículos
de vejiga.
Otros cálculos se forman por cuerpos extraños intravesicales
como suturas, catéteres o fragmentos de ellos.
Por estas razones, la litiasis por estruvita es relativamente más
frecuente en esta localización.
Estos pacientes presentan síntomas propios de la patología
predisponente y/o de infección urinaria.
Generalmente presentan disuria dolorosa, micción interumpida
por obstrucción y hematuria. Es típico que el paciente
note mejoría en su micción en posición lateral.
El diagnóstico se realiza con ecotomografía vesicoprostática,
Rx. vesical simple y se confirma con cistoscopia.
En su tratamiento se debe considerar por una parte tratar la uropatía
obstructiva que generalmente los acompaña y, por otra, la
remoción del cálculo, en forma simultánea.
El urólogo, de acuerdo al diagnóstico y las condiciones
del paciente, planteará la alternativa más conveniente. |
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